La corteza de roble contiene abundantes taninos, tanto condensados (proantocianidinas) como hidrolizables, principalmente elagitaninos y galotaninos. Entre estos últimos se encuentran castalagina, vescalgina, roburina E y grandinina, así como dímeros de estos últimos (roburina A, B, C y D). Otros componentes son: sitosterol, resinas, pectinas, floroglucina y flavonoides (quercitrósido).
La Agencia Europea del Medicamento (EMA), aprueba su uso tradicional para el tratamiento sintomático de la diarrea leve, las afecciones leves de la piel o de la mucosa oral, y el alivio sintomático del prurito y la sensación de quemazón asociados a las hemorroides.